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Nazareno de Caguach

 

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La figura del Nazareno de Caguach (s. XVIII) es la principal obra de imaginería religiosa de la Iglesia de Caguach, siendo a su vez el centro de una de las principales celebraciones religiosas del archipiélago el 30 de agosto de cada año al menos desde 1778.

La tradición relata que en 1778, el sacerdote franciscano Hilario Martinez arriba a Tenaún proveniente del Convento de Santa Rosa de Ocopa, Perú, por encargo del Obispado de Concepción, que veía con preocupación el abandono de la instrucción religiosa en Chiloé luego de la expulsión de la Compañía de Jesús (1767).

Hilario Martínez habría llegado con una serie de figuras religiosas para realizar su labor evangelizadora, sin decidirse en los primeros tiempos por un lugar determinado para fijar un centro religioso. Sin evidencia que lo compruebe (Cardenas y Trujillo, 1986), la leyenda cuenta que las continuas peleas entre los “Cinco Pueblos” de los alrededores (Caguach, Alao, Apiao, Tac y Cheulinec), motivaron al sacerdote a instalar una Iglesia en Caguach, que cumpliese un rol unificador entre las poblaciones. Desde entonces la celebración se habría mantenido por el compromiso de parte de estas comunidades.

Desde entones la Iglesia se ha reconstruido en varias ocasiones, siendo la última vez en 1925, mientras que la figura del Nazareno se ha mantenido protegida al interior de los diversos templos por más de 200 años.

Aunque no hay consenso sobre su origen, Cárdenas y Trujillo (1986) la definen como una obra barroca posiblemente venida desde Lima, Perú, debido al propio origen del sacerdote y a la práctica de los religiosos de Ocopa por adquirir figuras en esa ciudad. Otras leyendas locales, como su origen en España o incluso un supuesto encargo a Roma serían menos plausibles.

Desde el año 2000 la Iglesia de Caguach es Monumento Nacional, siendo el mismo año incluida en la lista de las 16 Iglesias chilotas consideradas Patrimonio de la Humanidad

Referencias

Nuestra Señora de Loreto de Achao

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Nuestra Señora de Loreto (siglo XVII) es una imagen religiosa ubicada en la Iglesia del mismo nombre de la ciudad de Achao (Isla Quinchao) en Chiloé. Es una de las figuras religiosas más conocidas del sur de Chile y también en la provincia de Río Negro en Argentina debido a su supuesta continuidad histórica desde los tiempos de la Misión de Nahuel Huapi en el siglo XVII.

La tradición señala que en 1672 el Virrey del Perú, Pedro Antonio Fernández de Castro (X Conde de Lemos), regaló una figura de la Virgen María tallada en cedro al sacerdote jesuita romano Nicolás Mascardi, para que lo acompañase en su labor evangelizadora de los indígenas puelches en la zona del Lago Nahuel Huapi (actual Provincia de Río Negro, Argentina), recibiendo la advocación de Nuestra Señora de los Poyas y de los Puelches.

La misión tendría un trágico desenlace sólo dos años después en 1674, cuando el sacerdote es asesinado por un grupo de indígenas poyas opositores a su labor. Este hecho marca el inicio del fin de la Misión de Nahuel Huapi, la cual en los años siguientes es refundada y abandonada en diversas ocasiones hasta su desaparición final en 1717, cuando los indígenas incendian todas las construcciones y expulsan a los jesuitas del lugar.

A partir de las investigaciones realizadas por el historiador argentino Carlos “Yayo” de Mendieta, con el apoyo del historiador chileno Renato Cárdenas, el año 2003 se da a conocer la tesis de que en 1718 el sacerdote Arnold Jaspers habría sido enviado desde Calbuco para conocer la situación de la misión, encontrandose con el pueblo desolado, pero redescubriendo la figura de la virgen abandonada entre la vegetación y envuelta en cuero de caballo. A su regreso a Chile traslada la reliquia hasta la ciudad de Achao, donde se le construye una Iglesia en su honor en 1740: la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto (o Santa María de Achao), lugar donde se conservaría hasta el día de hoy como Nuestra Señora de Loreto.

A partir de este “descubrimiento” el año 2004 se realizó una réplica que se conserva en la Catedral de San Carlos de Bariloche en Argentina (1944), como símbolo del vínculo religioso de la figura de Achao con la antigua Misión de Nahuel Huapi. Esta réplica recibió la advocación de “Nuestra Señora de Nahuel Huapi”, en honor a la antigua misión, siendo a la vez el nombre oficial del templo argentino que la acoge. El vínculo histórico entre Bariloche y Chiloé también se encuentra presente a través de distintos elementos expuestos al interior de la Catedral de Bariloche, así como la venta de souvenirs alusivos a la figura histórica. Anualmente también se realiza una peregrinación en el Lago Nahuel Huapi, honrando a la Virgen y a los mártires de las misiones.

La tesis Mendieta/Álvarez de que Nuestra Señora de Loreto sería la misma Señora de Nahuel Huapi perdida en el siglo XVIII se encuentra bastante extendida, e incluso recibió una certificación por parte del Archivo de Chiloé, lo que ha contribuido a que se haya vuelto parte de la tradición local narrada tanto en Bariloche como en Achao desde el año 2003. Sin embargo, investigaciones más recientes -como las de María Andrea Nicoletti (2014) (2015)- han puesto en duda esta tesis, atribuyendo que las fuentes utilizadas por Mendieta y Álvarez serían insuficientes para acreditar la continuidad histórica de la figura.

Referencias

  • Nicoletti, M. A. (2014). Pasado y Presente: Los jesuitas en la Misión Nahuel Huapi (1670-1674 Y 1704-1717) y la devoción mariana. Link para descarga.

    Nicoletti, M. A. (2015). “Navegar mar adentro” Las peregrinaciones lacustres del Nahuel Huapi: la Misión jesuita y la Virgen de los Poyas y Puelches. Sociedad y Religión: Sociología, Antropología e Historia de la Religión en el Cono Sur, 25(43), 70-109. Link para descarga
  • Mendieta, Y. D. (2005). La Misión Nahuelhuapi, 1670-1717.

Virgen de la Candelaria de Carelmapu

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La figura de Nuestra Señora de la Candelaria (según la tradición, de mediados del siglo XVI) es la principal figura religiosa que adorna la Iglesia de Carelmapu en la comuna de Maullín. Al igual que San Miguel Arcángel en Calbuco, es un símbolo de la ciudad por su larga historia en la zona.

La tradición cuenta que la virgen habría sido traida inicialmente a Chile por Pedro de Valdivia en 1540 desde Cuzco como símbolo de protección durante su expedición. Probablemente sea el mismo motivo que llevó a que luego, en 1558, haya sido llevada consigo por los soldados y colonos de la recién fundada ciudad de Osorno y a ubicarla como patrona del antiguo Convento Santo Domingo. En algunas versiones, en ese entonces se le conocía como la “Virgen del Rosario” (*).

En 1602 la ciudad de Osorno es destruida por el levantamiento general mapuche liderada por Pelantaru y los sobrevivientes se instalan en diversos puntos del sur. Un grupo de ellos se instala en la localidad antiguamente denominada como “Puerto de la Paz”, rebautizada como San Antonio Ribera de Carelmapu, llevando con ellos la figura. En estos primeros años del siglo XVII los jesuitas asumen la formación religiosa de las poblaciones chilotas, difundiendo la celebración de Nuestra Señora de la Candelaria, bajo la cual se cambiaría  la advocación de la figura (*).

En el siglo XIX la fiesta fue objeto de duras polémicas bajo acusaciones de que se consideraba que era una excusa para el alcoholismo y los excesos de los asistentes, debido a que era una celebración masiva para la época en donde no faltaba el alcohol, la comida ni la música. Al respecto sobrevive un antiguo verso que dice:

Ya se prepara la gente
de Calbuco y Puerto Montt,
lo mesmo en Castro y Achao
y en Ancud pa la junción.

La fiesta de la Candelaria
se celebra el día dos,
y es en el mes de febrero,
como el año que pasó.

Unos van por cumplir manda
otros por vender licor,
otros por hechar su cueca
en aquella diversión.

Al llegar a Carelmapu
todo es una animación,
repican más las campanas
y comienza la junción.

(Fuente: F. Cavada: Chiloé y los chilotes, 1914)

Afortunadamente la fiesta logró sobrevivir a los ataques de sus críticos y se mantiene hasta el día de hoy como una de las mayores muestras de religiosidad popular del sur de Chile.

Las actividades se inician el 24 de enero de cada año y finalizan en la gran procesión del día 2 de febrero. Si bien la fiesta es universal dentro del mundo católico, en Carelmapu se ha adaptado a las costumbres de la zona, especialmente en lo que respecta a la compañía de buzos que acompañan a la virgen durante su procesión a través del mar.

Existe una leyenda que señala que cada vez que se ha intentado sacar a la virgen de Carelmapu y llevarla a Chiloé, esta se vuelve anormalmente pesada y nadie es capaz de levantarla de su lugar, dando a entender que no quiere que se la lleven del lugar donde está.

Actualmente la figura se encuentra al interior de la Iglesia de Carelmapu (1913), aunque lamentablemente el mal estado de la construcción impide su visita, por lo que en los últimos años se ha instalado una iglesia de emergencia para recibir a los visitantes.

(*) Se debe señalar que en la vecina Iglesia de Maullín también existe una antigua figura de Nuestra Señora del Rosario, que según se cuenta, también habría llegado en tiempos coloniales y que correspondería a la Virgen del Rosario que, segun la otra versión, habría cambiado su advocación en Carelmapu.

Ver en Google Maps (Iglesia)

Referencias:

San Miguel Arcángel de Calbuco

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La figura de San Miguel Arcángel (siglo XVI o XVII) es una histórica imagen que adorna la principal iglesia de Calbuco en el centro de la ciudad. En sus varios siglos de historia, ha estado presente en varios de los más importantes eventos y es hoy un símbolo de la religiosidad popular de la zona.

La tradición de la zona cuenta que habría sido llevada inicialmente desde Quito por los conquistadores españoles durante la fundación de Osorno (1558); no obstante, hay historiadores que rechazan esta versión y le atribuyen un origen sevillano un siglo más tardío [1].

La historia más difundida señala que luego de la destrucción de Osorno de 1602, los sobrevivientes habrían escapado a diversos puntos del sur de Chile llevando las reliquias religiosas que guardaban en su ciudad antes de ser destruida. Entre estas figuras se contaban la Virgen de la Candelaria y San Miguel Arcángel, las que serían llevadas a Carelmapu y Calbuco respectivamente.

Desde la época colonial se realizan dos fiestas en homenaje a San Miguel: la “Fiesta de los Indios Caciques”, que se celebra el siguiente fin de semana después de Semana Santa, y la “Fiesta de las Luminarias”, que se festeja cada 28 de septiembre. La primera destaca por el “batido de banderas” realizado por el fiscal de la parroquia, mientras que la segunda fiesta es famosa por sus grandes fogatas y los coloridos faroles que adornan la ciudad y las islas durante su celebración. Desde 1912 la Fiesta de los Indios Caciques también se celebra en la localidad de Chope, en la Isla Puluqui. Si bien el origen de estas fiestas se asocia a una supuesta rebelión indígena en 1712, no existiría mayor evidencia de que esto efectivamente hubiese sucedido [1].

En tiempos más contemporáneos se señala que en 1943, con ocasión del Gran Incendio de Calbuco, las llamas amenazaban con consumir completamente el pueblo y la Iglesia que había sido recientemente reconstruida. Ante esta amenaza de perderlo todo, el sacerdote a cargo de la Iglesia habría exigido sacar al santo de la Iglesia y colocarlo frente a las llamas. La tradición cuenta que en ese momento el fuego comenzó a retroceder y no se acercó más hacia el lugar sagrado. Si bien las explicaciones más factibles son otras, la leyenda se conserva hasta el día de hoy.

Actualmente se puede ver al santo al interior de la Iglesia San Miguel Arcángel (1935) de la ciudad de Calbuco, así como una réplica en la costanera de la ciudad frente al Mercado Municipal.

Referencias

  1. Mansilla, José (2014). Las luminarias de los indios reyunos de Calbuco. Cuadernos Caicaén.

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